jueves, 5 de julio de 2007

Cuestión de verso

El Martes pasado por la tarde, me he predispuesto a practicar un “zaping” en la TV, y realmente encontré muy poco de interesante. Lo que si me llamó la atención, (lo cual no quiere decir que me haya interesado) y poderosamente, fue el haberme cruzado con un programa llamado “Cuestión de peso”, muy conocido, el cual dejé unos momentos para ver que era lo que hacían. Si bien ya sabía que tipo de prácticas se llevaban a cabo (obesos suculentos intentando bajar de peso con las soluciones del Dr. Cormillot), en ésta ocasión, se encontraba una ex – participante, la cual logró bajar unos 50 Kilos, según tengo entendido, o muchos más, la cual ahora está embarazada, y por ello se le estaba practicando una ecografía en vivo y en directo desde el estudio para así ver como evolucionaba su embarazo. Ahora bien, no solo me indignó ver como el Dr. Cormillot y compañía se alarmaban por la potencial peligrosidad de este embarazo para con su régimen actual, sino que mucho más me indignó el hecho en si. Es realmente escasa la cantidad de actos privados que las personas intentan resguardar. Un evento tal como es la primera ecografía que le hacen a una futura mama, el cual tiene que quedar entre el obstetra, el padre y la madre del bebe, es llevado sin problema alguno a un estudio televisivo. Creo que esto demuestra fehacientemente que el hablar de la “década menemista”, o la “segunda década infame”, ya no alcanza en lo absoluto. Soy de los que piensan que aquella década fue la cual volvió lo privado (vida privada) en público, y lo público (bienes estatales, joyas de la abuela, o como garcha se los quiera llamar) en privado. Y es de toda obviedad que en el día de hoy esta máxima se extiende, ya no tan solo a la vida privada de un famoso expuesto a las cámaras, con trayectoria y precedentes, sino también a personas comunes que en un contrato dan permiso para que su privacidad sea violada, coartada sin problema alguno y sin cuidados de ningún tipo, cual si fuese lo más común del mundo, tan solo por un capital. En pocas palabras, el proceso de publicidad de nuestra vida privada está “activadísimo” y se sigue desarrollando inevitablemente, por más que el sistema económico cambie y haya inflación, como sucedía previo al “noventaje”. No depende de un gobernante, depende de nuestras costumbres y del preciar que deberíamos tener por nuestros momentos y acciones privadas.

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